Carmen F. Sigler

Es el primer trabajo que la artista realizó de forma individual. La instalación está formada por un vídeo, una proyección de diapositivas y una hilera de pequeñas figuras femeninas de barro que se bifurca en varias direcciones. Aprovechando restos de cintas de un antiguo documental grabado en distintos lugares del mundo, Sigler elegía planos en los que aparecían rostros femeninos, frecuentemente en segundo término. Imágenes indefinidas que además eran tratadas para evocar lejanía y distancia. Estos semblantes, editados en forma de diapositiva, se proyectaban sobre la pantalla de un monitor de vídeo que emitía fragmentos publicitarios relacionados con la mujer, la cosmética y los ídolos musicales. Así, se confrontaban los estereotipos de mujer representados en los medios de comunicación occidental (una mujer blanca y joven) con los rostros de mujeres diferentes. La obra aborda la necesidad de visibilizar a las mujeres de otras culturas, olvidadas por el feminismo occidental o vistas desde una óptica reduccionista.